Olive Kitteridge de Elizabeth Strout

Olive Kitteridge  de Elizabeth Strout

En el pueblo de Maine en Nueva Inglaterra no pasa absolutamente nada. Y con nada, me refiero a que pasa lo justo: la vida. Un chico que se quiere suicidar. Un marido que siente un amor platónico por una joven y que nunca lo admitiría. Una esposa que se enamora de un colega pero jamás dejaría a su marido por él. Una pianista que lleva veinte años con un hombre casado, un viejo que vuelve a enamorarse, una vieja que queda viuda. 

Las historias que cuenta Olive Kitteridge de Elizabeth Strout son todo menos sensacionalistas, y sus relatos no tienen nada en particular que los haga únicos, excepto todo lo importante: el lenguaje, la introspección hacia la psicología de cada personaje, la manera en que se para en los detalles más insignificantes, pero que como lector(a) te hacen sentir la materialidad de cada movimiento, cada tacto y olor, como si el pueblo fuese tuyo, como si fueses Angie O’Meara borracha tocando el piano, o como si fueras Olive Kitteridge paseando junto al río. 

Profundamente psicológica y desengañada

El libro de Strout es especial por eso: porque recorre con una sutileza e ingenio inigualable los rincones más profundos de la condición humana, y es eso y solo eso lo que te impide dejar de leerla. Esa mirada tan honda en la psicología y en los detalles del mundo es lo que convierten a un pueblo aburrido de adultos, también aburridos, en una novela vertiginosa e imposible de soltar y de olvidar. 

La estructura también es particular: consta de 13 capítulos o “cuentos”, que conforman una novela pseudo-fragmentaria. Como lectora, yo podría leerla como capítulos que se enfocan en distintos personajes del pueblo. Pero se hilan por una protagonista (Olive Kitterigde) que se las ingenia por aparecer, aunque sea asomando la cabeza, por cada uno de estos apartados. Muchos de ellos, sin embargo, es ella o su familia l@s protagonistas del capítulo.

Me atrevo a decir que Olive Kitteridge de Elizabeth Strout se conforma de cuentos largos (cada capítulo tendrá como mínimo unas 40 páginas) que se hilan para formar una novela. Y son cuentos porque se cierran perfectamente, porque podrían incluso leerse de manera unitaria y continúan funcionando. Me percaté, incluso, de que hay cuentos en los que te vuelven a explicar algunas cosas. Como si el propósito de Strout hubiese sido ese, precisamente: el de que cada capítulo por sí mismo pudiese funcionar si se extrajeran de la novela. 

Strout debe de ser una mujer muy empática. La forma en que se adentra en cada personaje (tan diverso uno del otro como las historias que cuenta) sorprende a cada instante, en cualquier momento, con cada detallada observación. 

Para mí, Olive Kitteridge de Elizabeth Srout es una novela sobre la esperanza y la desesperanza. También sobre cuánto influye aquello en las ganas de permanecer en un lugar u otro.En este sentido, es una novela sobre la vida, pero sobre todo sobre la muerte y lo que significa envejecer, tenerla más presente, algo así como lo que decía Bukowski: 

“Yo llevo la muerte en mi bolsillo izquierdo. A veces la saco y le hablo: Hola, bebé, ¿cómo has estado? ¿Cuándo vienes por mí? Estaré listo»

Charles Bukowski

Stout trata el amor de una forma refrescante en su desengaño casi innovador (y para mí, una niña crecida en ambiente Disney, también profundamente deprimente): el amor como algo desfigurado, deestandarizado, y que puede manifestarse en diversas formas. Es algo así como lo que le ocurrió a Freddy Mercury con su esposa, o la risa que suelta Hilary Clinton cuando le preguntan si se separaría de Bill por su infidelidad.

Es esa sensación de que el amor romántico no existe, o que mientras envejeces te das cuenta de que existen otros tipos, como el compañerismo -visto entre Olive y Henry, por ejemplo, que se enamoran platónicamente de otros, pero deciden acompañarse hasta el final-, el amor nuevo, el tortuoso, el adolescente… o el que te hace sentir como adolescente y de pronto te das cuenta de que no tienes el compañerismo que pensabas en tus 30 años de matrimonio y decides perseguir esa otra sensación en el pecho. 

Strout se posiciona desde un punto de vista que no juzga ninguno de esos amores, solo los visibiliza como posibilidades de la vida. Pero como lectora, estás permanentemente evaluando, percibiendo la tristeza, la nostalgia o la alegría en esa visión desengañada del amor. Pero el libro va, con sus arcos, con su final, a comprender que, si amor, en cualquiera de sus formas, nada parece valer la pena. Es una novela, entonces, sobre el amor y la esperanza, sobre el desamor y la desesperanza, sobre cómo cambia, así, la visión sobre la muerte, y cómo vas creciendo y viendo la vida con desengaño. 

Sinopsis del libro

Olive Kitteridge es una maestra retirada que vive en un pequeño lugar de Maine, en Nueva Inglaterra. A veces dura, otras paciente, a veces lúcida, otras abnegadamente ciega, Olive lamenta las transformaciones que han agitado el pequeño pueblo de Crosby y la deriva catastrófica que va tomando el mundo entero, pero no siempre se da cuenta de los cambios menos perceptibles que afecta a las personas más cercanas: la desesperación de un exalumno que ha perdido las ganas de vivir; la soledad de su hijo, que se siente tiranizado por los irracionales caprichos maternos; y la presencia de su marido, Henry, que vive su fidelidad conyugal como una maldita bendición. Mientras la gente del lugar va afrontando sus problemas, sean leves o graves, Olive va tomando conciencia de sí misma y de las personas que la rodean, muchas veces dolorosamente, pero siempre con una honestidad entrañable.

Ficha 

Título: Olive Kitteridge.

Autor(a): Elizabeth Strout.

Editorial: Duomo Ediciones.

Traducción: Rosa Pérez Pérez.

Edición: Barcelona, 2018.

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